El 8 de diciembre de 1854, la Bula Ineffabilis Deus proclamaba como Dogma de Fe la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Esa proclamación no hacía sino confirmar formalmente una verdad que profesaban los Cristianos desde los primeros siglos del Cristianismo.

En España, la devoción mariana tuvo su Baluarte. Eso explica el Milagro de Empel.

7-8 de diciembre de 1585. Guerra de los Ochenta Años. El Tercio Viejo de Zamora, bajo las órdenes del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, está cercado en la isla de Bommel por la flota de los Estados Generales de los Países Bajos. El almirante enemigo ofrece a los Españoles una rendición honrosa, a lo que el Maestre español responde: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante esa respuesta, el Almirante ordena abrir las esclusas del río Mosa y así inundar el campamento español. Los Españoles se ven obligados a buscar refugio en el montículo de Empel. Al cavar una trinchera, un soldado español encuentra una tabla flamenca de la Virgen María. El Maestre Bobadilla considera el hallazgo un hecho milagroso y arenga al Tercio diciéndoles que la intercesión de la Virgen María les obtendría la Victoria. Esa noche, la del día 7 al 8 de diciembre, un viento gélido hiela las aguas del río Mosa, y, en la madrugada del día 8, Bobadilla ordena a sus hombres atacar. El Tercio avanza sobre las aguas congeladas y sorprende a la Flota enemiga, destruyendo más de 100 barcos. La Victoria fue total. Y la Purísima Concepción fue proclamada Patrona de los Tercios Españoles.

España fue grande cuando su destino estuvo ligado a una gran empresa: la defensa de la Santa Fe Católica. A ella consagró su energía y sus recursos. La Furia española fue temida en Occidente y en el Orbe. Los hijos del Pueblo Español merecían el título de Españoles. El agotamiento en una Lucha contra todos nos llevó a la decadencia, pero las virtudes hispánicas siguieron intactas. Hasta estos tiempos. En las últimas décadas, una gran parte de los Españoles ha renunciado al Genio de la Raza y a las virtudes que de él emanan. Sólo hay un camino para Renacer: Fe Católica y Genio Hispano.