2 de Mayo de 1808. Levantamiento del Pueblo de Madrid contra el Invasor Francés.
Nombres como José Blas Molina, Luis Daoiz y Pedro Velarde -Capitanes-, Jacinto Ruiz -Teniente-, Juan Van Halen -Marino-, José Hezeta, Manuela Malasaña, Clara del Rey se escriben con letras de oro en la Historia de España, porque ofrendaron sus vidas a la Madre Patria.
Aquella Gesta gloriosa la cantó el poeta jienense Bernardo López García en su Oda al Dos de Mayo, en una de cuyas estrofas se dice:
«En tu suelo virginal
no arraigan extraños fueros;
porque, indómitos y fieros,
saben hacer sus vasallos
frenos para sus caballos
con los cetros extranjeros».
Hoy, una Monarquía y una Familia Real infames -como lo eran en 1808-, una Clase política abyecta -como lo era en 1808- y un Ejército Cipayo -igual que en 1808-, han entregado España a Poderes extranjeros y a enemigos internos. La única diferencia con 1808 es que, en aquellos tiempos, España contaba con sus hijos, el valiente Pueblo Íbero, que se levantó sin medios, sólo con su valor y su gallardía, para defenderla de la esclavitud y del ultraje. Daoiz, Velarde, Ruiz, Van Halen, Hezeta desobedecieron las órdenes de los Capitanes Generales de permanecer en los cuarteles pasivamente mientras los Ejércitos Napoleónicos sojuzgaban a nuestra Nación. Y un pueblo de valientes -curas, maestros, artesanos, costureras, aprendices- se echó a las calles con navajas para defender la Libertad de España.
No mereceremos el nombre de Españoles si no levantamos la Bandera de la Libertad de España y la libramos, al precio que sea, de traidores y opresores.
Pedro Pablo Peña.