La tensión política y social era absoluta. Ante la decadencia democrática, el avance comunista y la inercia de las Instituciones del Estado, se alzaban el Genio y la Voluntad para hacer grande a Italia y a la Romanidad.

24 de Octubre. Nápoles. Ante miles de Camisas Negras, Benito Mussolini afirma: «Os digo con toda solemnidad: o se nos entrega el Gobierno o lo tomaremos marchando sobre Roma». Miles de gargantas respondieron al grito de «¡A Roma, a Roma!».

El Primer Ministro, Luigi Facta, anunció una gran manifestación para amedrentar a los Fascistas, lo que motivó que Mussolini ordenara marchar sobre Roma.

El 28 de octubre, 40.000 Fascistas partieron de diferentes ciudades y pueblos de Italia en dirección a Roma. Viajaron en trenes, coches, camiones y a pie. Cuando miles de ellos se encontraban a las puertas de la Ciudad Eterna, Facta pidió al Rey que decretara el estado de sitio, pero éste se negó. Por el contrario, Víctor Manuel III le pidió a Mussolini que aceptara el nombramiento como Primer Ministro y formara Gobierno. Venticinco mil Camisas Negras más fueron llevados a Roma. Al día siguiente, marcharon por las calles de la Ciudad en un desfile triunfal.

La Revolución Fascista había comenzado. El camino fue abierto. No nos apartaremos de él ni un centímetro.

Pedro Pablo Peña.