En los Siglos XVIII y XIX, Gran Bretaña se convirtió en el Trono del Poder Judío y de la Masonería. Y lo hizo de la mano de una aristocracia británica profundamente anticatólica, que interpretó un pasaje de un Libro del Antiguo Testamento en el que se dice que «los hijos de Sem acaparán en la tiendas de los hijos de Jafet». Los hijos de Sem son los Judíos, los hijos de Jafet son los Arios. Acampar en las ‘tiendas de los hijos de Jafet’ es gozar del amparo de éstos. Fue esa aristocracia británica la que abrió las puertas del Poder económico a las Comunidades Judías y les otorgó el amparo de la Corona Inglesa: les recibió en las tiendas de Jafet. Ese amparo se extendió a todos los Dominios del Imperio Británico: las Colonias americanas, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda. Por eso, en los países anglosajones, los Judíos gozan de esa preponderancia. Esa aristocracia es la que originó lo que se conoce como ‘Cristianos Sionistas’, todos pertenecientes a las herejías protestantes.
(Las noticias sobre el papel protagónico de las Comunidades Judías en la coronación del Orejas no proceden de un ‘libelo nazi’, sino de Haaretz, un periódico israelí, fundado en 1918.)

Pedro Pablo Peña.