A las 12:32 h, hacen su entrada en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, sede de las Cortes Españolas, el Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, y la Princesa Sofía.
Alejandro Rodríguez de Valcárcel, Presidende de las Cortes Españolas y del Consejo de Regencia, toma juramento de lealtad a las Leyes Fundamentales del Reino y a los Principios ‘Inspiradores’ del Movimiento Nacional -nótese que se dice ‘inspiradores’ y no ‘fundamentales’, con lo que, a mi modo de ver, se abre una vía de laxitud- a Juan Carlos de Borbón, llamado a la Sucesión del Generalísimo Franco en la Jefatura del Estado. Tras recibirle el juramento, el Presidente de las Cortes pronuncia las palabras de proclamación: «En nombre de las Cortes Españolas y del Consejo del Reino, manifestamos a la Nación Española que queda proclamado Rey de España Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, que reinará con el nombre de Juan Carlos I».
Ocho días antes, el 14 de noviembre, se había firmado -por orden del tal Juan Carlos de Borbón, actuando como Jefe de Estado en funciones, por la agonía del Caudillo- el Acuerdo Tripartito de Madrid, que entregaba el Sáhara Occidental -Provincia española- y a sus pobladores a Marruecos y Mauritania.
Todos esos eunucos de las Cortes Españolas, del Consejo del Reino, del Consejo Nacional del Movimiento y de los Ejércitos eran conscientes y partícipes de aquel crimen de lesa patria. Ahora, como buenos lacayos, prestaban obediencia servil, que no fidelidad, a un Rey traidor a España, que se disponía a deshacer la arquitectura jurídico-política del Nuevo Estado.
El Régimen Político de Franco -hay que diferenciar entre Nuevo Estado y Régimen Político- era una puta mierda. Tal cual. Un cascarón vacío, cuya Clase Política y Militar estaban integradas, desde hacía 25 ó 30 años, por títeres manejados por Franco. Títeres incapaces de tener criterio propio y hacerlo valer en la vida pública e institucional. Sólo había una voluntad en el Régimen: la de Francisco Franco. Por eso, fallecido él, no quedaron nada más que peleles, a los que el Felón toreó a placer.