Asistimos los días presentes a la mayor perversión del lenguaje alcanzada por medio de la ingeniería social. Esta neolengua orwelliana ha llegado a tal grado de desarollo que el concepto de normalidad ha sido desterrado y sustituido por el de la «nueva normalidad», que no es sino un estado de excepción (esto es, todo lo contrario a dicha normalidad) permanente. Con esta manipulación a todas luces escandalosa se pretende alterar la visión lógica de la realidad por parte de la masa: si la normalidad consiste en el cierre de negocios, el bozal cosido a la boca y los toques de queda, no quedará más remedio que acostumbrarse a ella. Tal es el venenoso razonamiento que se trata de imponer con este juego dialéctico. Y aquel que ose volver a la vieja normalidad, será condenado al ostracismo absoluto y tachado de negacionista, pecado nefando de la ideología del Nuevo Orden Mundial.

O. M. S.