El Presidente del Gobierno, Almirante Don Luis Carrero Blanco, muere en atentado terrorista. Entre las fotos, que se adjuntan, median seis meses. En Junio, jura ante el Crucifijo y los Santos Evangelios, y en presencia del Generalísimo, cumplir con su cargo de Presidente del Gobierno. En Diciembre, es asesinado.
El día anterior a su asesinato, Carrero se había reunido con Henry Kissinger para tratar dos asuntos fundamentales: la firma, por parte del Gobierno español, del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y la próxima negociación de las Bases USA en España. Carrero se negó a renunciar a un programa de rearme nuclear, que convertiría a España en inexpugnable. Y la negociación sobre las Bases Americanas amenazaba ser muy dura. Los intereses USA estaban afectados. Por eso, señalar a los EEUU como autor intelectual de aquel magnicidio no parece temerario. De hecho, en el año 2008, se desclasificó una Nota de la Embajada de EEUU en Madrid dirigida al Departamento de Estado del Gobierno de los EEUU, en la que se informa que «El mejor resultado que puede surgir….sería que Carrero desaparezca de escena, con posible sustitución por el General Díez Alegría o Castañón». En Octubre de 1973, durante la Guerra del Yom Kipur, Carrero había impedido a las Fuerzas USA el uso de las Bases Militares para auxiliar a Israel. La Agencia de Noticias TASS declaró que la CIA había asesinado a Carrero Blanco, «un político franquista de tendencia nacionalista, que se negaba a entrar en la OTAN y a cumplir ciegamente las órdenes de Washington».
Laureano López Rodó, Ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno Carrero, dijo que «con la muerte del Almirante, Franco perdió a su más directo colaborador y, desde entonces, ya no fue el mismo: pegó un bajón evidente tanto física como psicológicamente». Eso se evidenció el día del funeral de Carrero Blanco y en los meses posteriores. Pero, Franco, incluso en su ancianidad, era de una pasta especial, la de los Invencibles. Por eso, volvió a erguirse y a marcar la andadura de la Nación. A ello contribuyeron, sin duda, su Fe en Dios, su sentido de responsabilidad ante Él y con España y la lealtad de millones de Españoles demostrada en varias manifestaciones multitudinarias en los dos años siguientes, hasta su fallecimiento.
El mismo día del atentado mortal contra Carrero Blanco, empezaba ante el Tribunal de Orden Público el Proceso 1001, que sentaba en el banquillo de los acusados a Marcelino Camacho y a otros dirigentes de Comisiones Obreras. La sesión inicial se suspendió porque militantes patriotas amenazaban con asaltar la sede judicial. No se hizo: craso error. El Núcleo duro del Régimen hubiera podido enderezar el rumbo del Estado y de la Nación.