En el 40° Aniversario del Golpe de Estado del 23 de Febrero de 1981, el Altísisimo ha escrito derecho sobre los renglones torcidos de los hombres.
Unas horas después del acto de conmemoración oficial del desenlace del Golpe, celebrado en el Congreso de los Diputados, en el que Felipe VI alababa el papel del Rey Demérito en la derrota de aquél, la misma Cámara debatía una propuesta de ERC, en su que se proponía eliminar las prerrogativas y la inviolabilidadde que disfruta el Rey.
La propuesta no ha prosperado, pero ha dejado patentes dos hechos: 1) la ruptura de los consensos de la Transición; 2) el PSOE es un partido lacayo de la Monarquía, que ha votado en contra de la proposición junto a C’s, PP y Vox.
Unidas Podemos, socio de Gobierno del PSOE, ha defendido algo tan básico y justo como que «el principio democrático debe imperar sobre el principio monárquico»: «Deben eliminarse por completo del Ordenamiento jurídico, en virtud del principio democrático y de igualdad, las prerrogativas de inviolabilidad e irresponsabilidad que puedan amparar comportamientos ilícitos o irregulares de la persona del Jefe del Estado, de los miembros de la Casa Real y de la Familia Real».
Cuarenta años después que el Rey Felón apuñalara al Ejército para salvaguardar la Transición y la democracia corrupta, que hoy padecemos, la Izquierda y los Separatistas -principales beneficiarios de aquella puñalada trapera- esgrimen el puñal contra la Monarquía.
Pedro Pablo Peña.